Jugar es sanar: la ludoterapia como puente entre el desarrollo, la rehabilitación y la humanidad
Inspiraciones desde el Tokyo Toy Museum
Introducción
Pocas cosas resultan tan universales como el juego. Desde que somos niños, jugamos para conocer el mundo, para explorar emociones, para ensayar roles sociales. Pero lo que muchas veces olvidamos es que el juego no es sólo una etapa, ni un pasatiempo: es una forma de ser en el mundo, una herramienta terapéutica poderosa, un lenguaje capaz de atravesar el dolor, la enfermedad, la discapacidad y el aislamiento.
Un ejemplo conmovedor y potente de esta filosofía es el Tokyo Toy Museum (TTM), en Japón. Allí, lo lúdico no es accesorio: es central. Este espacio no es solo un museo, sino un laboratorio vivo de inclusión, intergeneracionalidad y juego terapéutico, donde niños, personas mayores y personas con discapacidad comparten el mismo suelo, los mismos juguetes y, sobre todo, el mismo derecho a jugar.
El juego como derecho y como herramienta de desarrollo
Desde la Convención sobre los Derechos del Niño, el juego es reconocido como un derecho humano esencial. No se trata solo de entretener: jugar es construir subjetividad, afianzar vínculos, experimentar el mundo sin riesgos reales, desarrollar la creatividad y entrenar habilidades sociales.
La ludoterapia en la infancia permite a niños y niñas expresar lo que no pueden poner en palabras: miedos, duelos, traumas, angustias. A través del juego simbólico, dramático o sensoriomotor, los profesionales pueden acompañar procesos emocionales complejos, muchas veces invisibles en contextos clínicos tradicionales.
En el Tokyo Toy Museum, los espacios están cuidadosamente diseñados para invitar a la exploración. En la sala “Wooden Toy Forest”, por ejemplo, los juguetes no tienen pilas ni luces: están hechos de madera natural, con texturas, aromas y formas que estimulan la percepción, la motricidad fina, la imaginación. Allí, niños de diferentes contextos juegan sin necesidad de instrucciones, sin un único modo correcto. El juego es libre, abierto, reparador.
Discapacidad y juego: hacia una rehabilitación más humana
Para muchas personas con discapacidad, los espacios de juego han estado históricamente vedados, ya sea por barreras físicas, sociales o simbólicas. Sin embargo, el juego puede ser profundamente transformador en procesos de rehabilitación.
La ludoterapia en contextos de discapacidad permite:
- Estimular habilidades cognitivas, motrices y sociales.
- Favorecer la comunicación alternativa.
- Romper con la pasividad a la que muchas veces empujan los dispositivos médicos.
- Devolver autonomía y autoestima.
En el Tokyo Toy Museum, uno de los programas más inspiradores es el de “juego inclusivo”, donde se promueven actividades compartidas entre niños con y sin discapacidad. No se trata de adaptar el entorno para “integrar” a quienes tienen una condición particular, sino de transformar las lógicas del juego para que todas las personas puedan participar desde sus posibilidades.
Juguetes con distintas formas de agarre, espacios sin estímulos excesivos, sonidos suaves, tiempos respetuosos: todo está pensado para que el juego sea accesible sin perder su esencia.
Un ejemplo concreto: un niño con parálisis cerebral que asiste con su hermana a un taller de construcción con bloques. Al principio, observa en silencio. Luego, con asistencia mínima, comienza a apilar piezas. Su hermana celebra con una risa contagiosa. Nadie les indica qué hacer. Solo juegan, como cualquier otro par de hermanos.
El juego como medicina también en la adultez
Si bien solemos asociar el juego exclusivamente a la niñez, los adultos también lo necesitamos. En personas mayores, por ejemplo, los juegos de mesa, los juegos cooperativos o las actividades lúdicas interactivas estimulan la memoria, las funciones ejecutivas, el lenguaje y el ánimo.
En contextos de soledad o institucionalización, el juego ofrece un espacio de encuentro con otros, de revitalización subjetiva, de sensación de pertenencia.
En el TTM, los llamados “Play Leaders” son personas mayores voluntarias que, lejos de ser asistentes pasivos, son protagonistas del proceso lúdico. Son quienes enseñan a los más pequeños cómo usar ciertos juguetes tradicionales japoneses, cuentan historias, inventan reglas. Esta inversión de roles no sólo favorece el aprendizaje, sino que rescata saberes, memorias y dignidad en la vejez.
Una abuela de 78 años enseña a un grupo de niños cómo hacer girar un kendama. Su rostro se ilumina con cada intento exitoso. Nadie le pregunta por su presión arterial ni por sus medicamentos. Hoy, es una transmisora cultural. Hoy, juega.
Más allá del museo: replicar, multiplicar, construir redes lúdicas
El modelo del Tokyo Toy Museum es replicable. No se trata de contar con grandes recursos tecnológicos, sino de una mirada ética, política y comunitaria del juego.
Otras experiencias similares lo demuestran:
- En Barcelona, el Hospital Sant Joan de Déu tiene un área de ludoterapia integrada al tratamiento de niños oncológicos, con resultados en reducción del estrés y mejora de la adherencia al tratamiento.
- En Argentina, la Fundacion CASID considera a la ludoterapia como pilar escencial de la habilitacion y rehabilitacion de las personas con discapacidad.
Aun debemos tomar el ejemplo del TTM se destaca por su enfoque intergeneracional, inclusivo, artesanal y profundamente humano, que no medicaliza el juego, sino que lo devuelve a su lugar originario: el del encuentro.
Conclusión: jugar es resistir, curar, vivir
En un mundo que muchas veces acelera, patologiza o aísla, la ludoterapia nos recuerda algo esencial: jugar es una forma de cuidado. No solo para el niño que se desarrolla, sino también para el adulto que se agobia, para la persona con discapacidad que busca un lugar legítimo, para el anciano que quiere seguir transmitiendo.
El Tokyo Toy Museum nos enseña que no hace falta hablar el mismo idioma, ni tener la misma edad, ni compartir las mismas capacidades para jugar juntos. Basta con estar dispuestos a estar, a imaginar, a tocar, a errar, a crear.
Y quizás, también, a sanar.
Prof. Dr. Diego Glasbauer